
Pasaron los días y la dedicación incansable de los cachorros a su difunta madre se hizo cada vez más evidente. Ellos se enrollarían y sus pequeños cuerpos se abrazarían entre sí, buscando consuelo en el olor restante de la presencia de la madre. Su lealtad y anhelo por sus palabras trascendentales tuvieron un profundo impacto en todos los que presenciaron sus manifestaciones de dolor.

