Una niña visitó a su abuela y encontró un perro callejero deambulando por el jardín de la anciana. Preocupada por el bienestar del perro, se puso en contacto con una organización de rescate. Cuando la organización vio el vídeo de la perrita demacrada, supieron que tenían que salvarla. Pero cuando llegaron, el perro había desaparecido.
Sin inmutarse, los voluntarios buscaron por todas partes hasta que uno de ellos encontró a Ivy escondida en un arbusto. Verla fue desgarrador. No había ninguna justificación de por qué se encontraba en tal estado. Llevaba seis meses muerta de hambre y se notaba. Parecía el esqueleto de un pajarito más que un perro. Su piel estaba en pésimas condiciones, cubierta de llagas infectadas y sus ojos parecían haber visto lo peor.
Cuando los voluntarios le ofrecieron comida, Ivy dudó antes de comer, como si fuera la primera vez que veía buena comida. Le diagnosticaron babesiosis y le hicieron una transfusión de sangre para salvarle la vida. Después de un baño medicado, Ivy fue llevada al veterinario, donde luchó con valentía, pero necesitó toda la suerte del mundo para recuperarse.
Afortunadamente, la condición de Ivy mejoró cada día, ganando peso y confianza. Disfrutó comiendo pollo, gracias a quienes donaron para sus comidas. Después de siete días en el veterinario, Ivy pudo irse y comenzar su nueva vida. Mientras abordaba el feliz autobús hacia su nuevo hogar en el Reino Unido con su nueva madrina, la cola de Ivy se meneaba de emoción.
Apenas podía creer lo que veía cuando estaba recibiendo semejante regalo. La vida de Ivy cambió para siempre y ahora estaba en su nuevo hogar, segura y feliz.